Conocí al autor a través de mi amigo Mikel Porto. Fausto se puso en contacto conmigo y, para mi sorpresa, me sugirió escribir el prólogo de este libro. Aunque no lo conocía, su propuesta me convenció para aportar mi granito de arena. Me envió un pequeño capítulo en el que yo era el protagonista. Según su criterio, me eligió para este cometido porque quería rendir un pequeño homenaje a los jugadores más modestos.
Aquellos que alcanzaron la gloria en los años ochenta, pero que no gozaron de tanta atención mediática, a pesar de su innegable protagonismo durante la época dorada del club. Creo que Fausto vio en mí el ejemplo del jugador de fútbol que, a través de los valores de humildad, constancia y trabajo, puede llegar lejos y alcanzar cotas inimaginables siendo un obrero del balompié.
El hecho de escribir el prólogo de este libro me transporta en el tiempo a los años sesenta, cuando correteaba con mis amigos tras un balón por las calles del barrio eibarrés de Amaña.
José Diego Álvarez – exfutbolista de la Real Sociedad